Recuerdo al principio, la pelea entrañable. Dos jóvenes en la lucha con distintos ideales. El posicionamiento de las estrellas, el carácter ver-semblante. Tú no me entendías, yo no te entendía, era constante.
Realmente no sabía que pasaba. Si es que había contraído una enfermedad la cual no me dejara pensar con claridad. Siempre estabas metida en el ajo, y contigo me encontraba, era topar contigo y rechazarte; pero en realidad te necesitaba. Nunca entendí que sucedía en mí, me veía envuelto a elegir mi integridad o sin ti.
Quizás, poco a poco deje de hacer versos, de pensar cosas posibles o mirarme al espejo. De cruzar una calle sin apenas revisar el camino y no habértelo contado porque ya no somos amigos.
Tú iras sola, con, o sin mi presencia. Quizá algún día alguien me diga que te ha visto cuando te tenga olvidada, será cuando te mire desde arriba, era yo quien me engañaba.
Añoro tu mal carácter, las peleas y como te importaba, añoro como te comportabas conmigo y como me investigabas.
Añoro que sacaras mis errores, defectos, añoro tus enfados y también tus pocos afectos. Me reconcilie contigo muchas veces, tú lo intentabas, ahora cambias y me descolocas, me estanco en tus vocablos y recuerdo tus mensajes puestos en mi boca.
Siempre aparecías, ahora me quedo esperando a tu vuelta, con años sin resultado y esa traicionera imaginación que queda absuelta.
Nada se pierde con mi tacto, no tengo razón de escribir pero si de plasmar en cada letra lo que significa una imagen de tu mente, corre tan lejos como puedas, me voy hacia el silencio, pensaré en ti un instante, pero cada vez menos...

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